Los finales

Te encanta la trama, te has enamorado del desarrollo de los personajes y algunas escenas quizá sean tus favoritas para siempre. Llegas al final y, lamentablemente, parece que todo se ha arruinado. Con decepción cierras la pestaña y te preguntas cómo te librarás del nudo fastidioso de inconformidad en tu garganta.
Un final mediocre y predecible puede hacer que una gran historia no sea memorable; igualmente, un final notable puede dejar una impresión favorable de una historia no tan genial en su desarrollo.

Hay autores que empiezan su relato sin saber cómo acabará, otros que lo único que saben a ciencia cierta es el final que quieren alcanzar. No existe una fórmula para brindar un final "perfecto" que vaya a gustarle a todos tus lectores, principalmente por cuestión de gustos. Lo que sí puedes tomar en cuenta algunas de las siguientes generalidades y consejos.

Finales más recurrentes:

* El sorpresivo: Los lectores son llevados a pensar que la historia terminará de determinada forma pero encuentran una conclusión completamente diferente a la esperada. «Este recurso tan utilizado puede ser bueno y terminar convenciendo; sin embargo, no siempre ocurre esto, a veces pasa que el lector se queda disconforme y termina aborreciendo al autor. Por eso hay que ser cuidadosos».
Aquí algunos:
  • Anagnorisis o la revelación, en el que el personaje súbitamente descubre su verdadera naturaleza o de los que le rodean. Un ejemplo muy conocido es el de la película Sexto sentido.
  • Flashback o analepsis, en el que un pedazo de información del pasado sobre un misterio, el verdadero trasfondo de un personaje, etc., es revelado de repente.
  • Un narrador no fiable, obviamente solo válido en primera persona. 
  • Peripeteia, en donde la suerte o el estado de salud del protagonista cambia, alterando así el curso de la historia.
  • Chekhov's gun, en donde un personaje o un elemento de la trama es introducido a comienzos del relato y no es vuelto a mencionar hasta mucho después dando a entender su verdadera importancia.
* El cerrado: Todas los cuestionamientos quedan resueltos, nada más puede pasar

* El ambiguo o abierto: Quedan dudas que no son aclaradas, como si la historia pudiese continuar en una secuela. «Crear un final abierto a veces se confunde con no aclarar nada, pero se comete un grave error si se piensa así porque la idea de estos finales es dejar la puerta entreabierta, pero dejando en claro que la historia que se quería contar ha terminado. Un final abierto permite que el lector crea que esa historia, que las vidas que se desarrollan en tu relato continúan, siguen su curso, aunque ya haya terminado de leer todas las páginas del libro».
Hay que resaltar que existe una enorme diferencia entre una conclusión abierta y una donde la lógica acaba opacada por el exceso o falta de situaciones y circunstancias.

Consejos sobre cómo escribir finales:
-El nudo de la historia tiene que tener alguna clase de resolución, las preguntas planteadas deben ser contestadas y tienes que haberte deshecho de los cabos sueltos.
-No crees nuevas interrogantes, o adiciones personajes en la misma resolución del relato para que desenreden todo mágicamente (deux machina).
-No te extiendas demasiado, aunque tampoco aceleres. La clave es llevar al lector hacia el final, no apurarlo ni aburrirlo en el proceso.
-Ten en cuenta que el final es tanto o más importante que el comienzo y que un final mediocre puede arruinar una historia maravillosa.

Fuente de consulta: ××

2 comentarios:

  1. Gracias, justo estaba buscando ayuda en como crear el final (: gracias!

  1. Dear Angel dijo...:

    Muy buena entrada, los finales son la cereza del pastel y si la cereza está mala pues se arruina todo el postre :B

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